Ser madre o padre no solo es una responsabilidad inmensa; es también una oportunidad constante de transformación personal. A menudo, en medio del torbellino del día a día, nos centramos tanto en el cuidado de los hijos que olvidamos algo fundamental: los adultos también necesitan cuidado, contención y sentido.
¿Qué significa realmente “ser un buen modelo”?
No se trata de perfección. Desde Tu Sentido, comprendemos a cada persona como un ser singular, relacional y dialógico. Ser modelo de tus hijos no es hacer todo bien, sino atreverte a crecer frente a ellos, mostrar que pedir ayuda es un acto de valentía, y que cuidar la propia salud emocional es un gesto de amor y responsabilidad.
Tres claves que transforman la mirada:
- Desde Tu Sentido sabemos que: Todo lo que haces como madre o padre está conectado a una red de relaciones que influye y es influida por ti. Como decía Bowen, “cuanto más se conoce un terapeuta a sí mismo, más conoce a la familia”. Este principio se aplica también a ti: cuanto más te comprendes, más posibilidades tienes de guiar a tus hijos desde la serenidad, no desde el automatismo emocional.
- Desde Tu Sentido sabemos que: Las historias que te cuentas sobre ti como madre o padre marcan tu identidad. ¿Te repites que estás fallando? ¿Que no haces lo suficiente? Vale la pena revisar esas narrativas, distinguir lo que te ha sido impuesto de lo que realmente resuena contigo, y reconstruir tu historia con sentido y agencia.
- Desde Tu sentido creemos que: La persona humana vive en tensión entre su interioridad (inmanencia) y su apertura al otro (trascendencia). Criar no solo es dar a otro, también es una forma de crecimiento interior. Cuidarte es honrar tu humanidad, tu libertad, tu valor como persona.
¿Por dónde empezar?
- Te comparto algunas preguntas que puedes hacerte desde hoy:
- ¿Qué emociones estoy ignorando últimamente?
- ¿Qué necesito hoy para sentirme en paz?
- ¿Qué mensaje me gustaría que mis hijos aprendieran observándome… y cómo puedo acompañarlo más allá de las palabras?
Recuerda: los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Si te ven cuidar de tu salud emocional, ellos aprenderán que su bienestar también es valioso.
Porque educar no es solo formar a otro. Es también permitir que el propio corazón se eduque en el arte de amar con equilibrio, presencia y sentido.
